La celebración cada año de la Semana Santa es una tradición muy antigua de las religiones cristianas con la que se recuerda la última semana de vida de Jesucristo, en la que destacan su pasión, muerte y resurrección.
Es una costumbre muy antigua y es una de las tradiciones cristianas más conocidas en el mundo, que además de tener un profundo significado religioso, también ha adquirido un gran valor histórico y cultural.
Se inicia con el llamado “Domingo de Ramos”, que festeja la entrada triunfal de Jesús a Jerusalem, en donde numerosos niños portando ramos y palmas salieron al encuentro del Señor, diciendo “Bendito sea el que viene en el nombre del Señor”, de acuerdo al relato bíblico de este evento narrado en los Evangelios. Así, pues, se conmemora las distintas etapas de la Pasión de Jesucristo: desde su entrada en Jerusalén hasta su viacrucis, muerte y resurrección.

Pero cuando se trata de establecer el tiempo exacto del origen de estas celebraciones litúrgicas se encuentra uno con grandes dificultades, sobre todo por el hecho de que no se cuenta con registros documentados de dichos inicios, como tampoco existe ningún decreto escrito que ordenase dicha celebración. Más bien, todo parece indicar que fue una iniciativa espontánea entre las comunidades cristianas primitivas.
El documento más antiguo sobre estas celebraciones con que se cuenta se trata del relato de Egeria. Esta fue una viajera y escritora hispanorromana del siglo IV, autora de un famoso libro de viajes conocido en español como el “Itinerario de Egeria”. En el mismo relata las experiencias que vivió tras emprender un viaje de tres años por Egipto, Israel, Palestina y Siria. Dicho documento estaba destinado a sus hermanas en España.
Con el relato de su peregrinación, Egeria proporciona al lector una visión única de los festejos de la Semana Santa en Jerusalén en el siglo IV, alrededor del año 380. Describe detalladamente todo lo que observó día por día. Y es evidente que dicha descripción la hacía al final de cada día, de manera que las nuevas experiencias no influyeran sobre el relato de las ya vividas.
Siglo IV
El itinerario de Egeria lo que demuestra es que ya en el Siglo IV se celebraba en Jerusalem la Semana Santa, más no arroja luz sobre cómo y cuándo se iniciaron dichas celebraciones. Algunos estudiosos afirman que La Semana Santa nació en el segundo siglo de la Era cristiana con la conmemoración del triduo sagrado de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, sin embargo no se cuenta con ningún documento que valide dicha afirmación.
Un dato curioso es que la Semana Santa cambia de fecha cada año, aunque siempre suele fijarse entre mediados de marzo y abril, luego del Domingo de Ramos. La razón de ello es que el inicio de la misma se marca por el calendario lunar en lugar del calendario gregoriano que habitualmente usamos y que sigue el periodo solar. Por esa razón la Semana Santa siempre coincide con la fase de luna llena y el equinoccio de primavera.
El actual Papa (Francisco) ha manifestado su disposición a establecer una fecha fija para la celebración de la Semana Santa, pero esto no se ha concretado. Y siendo la Católica solo una de las muchas religiones cristianas, habría que valorar si realmente tendría aceptación mundial una propuesta unilateral del Pontífice católico.
Después de la “Peste negra”, a mediados del Siglo XIX, comenzaron a realizarse peregrinaciones y liturgias para recordar los últimos días de la vida de Jesús, en las que se sacaba a la calle estatuas de Jesucristo crucificado. Al parecer esto fue lo que llevó a la popularización de la Semana Santa. Las procesiones españolas se volvieron una costumbre que fue adoptada de manera gradual por otras comunidades católicas en Europa y, con el paso del tiempo, se expandió a todo el mundo, dentro dicha Iglesia.

Otra costumbre que cada vez ha tomado más fuerza son las representaciones teatrales de los eventos bíblicos relacionados con la semana de la pasión y muerte de Jesús, sobre todo los días que constituyen el llamado ‘Triduo Pascual’, que abarca desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua o Domingo Resurrección.
Clásico mundial
Es ya un clásico mundial la escenificación del camino al calvario de Jesús y su crucifixión que cada año se celebra en Iztapalapa, en la parte sur de la ciudad de México. Son tan crudos los martirios y tan vívido el acto de crucifixión que si bien muchos lo quieren presenciar, no menos se niegan a ser testigos de este acto cruel, por considerarlo inapropiado en la época actual.
A mí en lo personal, me atrae el recorrido de la Catedral de sal de Zipaquirá, en el departamento de Cundinamarca, Colombia, a 180 metros bajo tierra. En su interior, no solo se puede admirar “un encuentro sorprendente entre la delicadeza del arte con la rudeza de la explotación minera”, sino que lo más llamativo para mi es la escenificación del camino del calvario con estatuas de sal y yeso que retratan las vivencias más relevantes de Cristo en dicho recorrido y posteriormente su crucifixión.
Pero lejos de la experiencia de este recorrido bajo tierra, lo importante en esta época de Semana Santa es la introspección a la que todos debemos someternos. Recordar aquella terrible experiencia de Jesús y pensar en lo que significa individualmente en la época actual y de qué modo puede cada quien responder a aquel sacrificio tan inmerecido por nosotros.
jpm-am
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