POR JULIO CESAR GARCIA ESPINAL
San Cristóbal podría estar a las puertas de una transformación largamente esperada: la renovación de su deteriorada red semafórica. Hace algunos días hicieron un anuncio esperanzador en ese sentido el director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), Milton Morrison; el alcalde Nelson de la Rosa, y el senador Gustavo Lara.
Este anuncio no surgió de la nada. Fue una respuesta directa a un clamor popular expresado un día antes durante el programa gubernamental “Gobierno Contigo”, encabezado por el presidente Luis Abinader en la escuela Julio César de Jesús Asencio, en el sector 5 de Abril.
En ese espacio, vecinos y comunitarios pusieron sobre la mesa –una vez más– el tema crítico del caos vehicular que provocan los semáforos dañados o inexistentes.
El domingo siguiente, las autoridades escucharon, reaccionaron y prometieron acción inmediata. A la reunión también asistieron representantes de distintos sectores sociales y empresariales: Ramón Montás, presidente de la Cámara de Comercio y Producción; Miguel Payano, del Bloque de Juntas de Vecinos; y Lucitania Martínez, de la Junta de Vecinos del Ensanche Constitución. Desde la alcaldía también dijeron presente asesores y funcionarios.
El ambiente era optimista. Pero como suele pasar en temas públicos, donde hay promesas también hay sombras.

Un contrato millonario
Mientras se celebraba el anuncio, algunos asistentes y ciudadanos comenzaron a preguntarse: ¿qué pasó con el contrato ya firmado con anterioridad para hacer justo lo mismo?
Hablamos del contrato D01.SLCNTR.938986 (ASC-2024-00034), firmado con la empresa Martpez Ingenieros Constructores, SLR, por un monto que supera los 6.9 millones de pesos. Su propósito: la construcción y mejora del sistema semafórico, en una primera etapa, con fecha de inicio formal en febrero de 2025.
Aquí comienzan las dudas: ¿cómo es que ahora se dice que las obras inician en junio de 2025 si ya hay un contrato vigente desde 2024? ¿Ese contrato se ejecutó parcialmente, está paralizado, o simplemente quedó en el limbo?
Fuentes cercanas al proceso afirman que, pese a su vigencia, no hay claridad sobre su ejecución. Y lo más preocupante: no se sabe si este nuevo anuncio oficial será parte del mismo contrato, si será uno nuevo, o si ambos convivirán sin coordinación alguna.
Necesidad de transparencia
Para muchos ciudadanos, esta falta de claridad despierta una legítima desconfianza. Después de años de promesas incumplidas, el escepticismo es más que comprensible. Y es que en temas de tránsito, no hay espacio para ambigüedades: la movilidad de toda una ciudad depende de un sistema semafórico eficiente, moderno y en funcionamiento.
Por eso, más allá de la promesa de instalar nuevos dispositivos este mes, lo que muchos esperan es algo más valioso: transparencia. Que se diga con claridad qué contratos están vigentes, cuánto se ha ejecutado, y qué se hará con el dinero ya comprometido. Que haya rendición de cuentas real y no solo discursos para la galería.
La ciudadanía de San Cristóbal está atenta. Las autoridades tienen una oportunidad valiosa entre manos: convertir una promesa en una transformación concreta. Pero también tienen una responsabilidad ineludible: aclarar el destino de los recursos ya adjudicados, explicar cómo se coordinarán los esfuerzos y asegurar que esta vez, sí, las luces cambien de rojo a verde en todos los sentidos.
San Cristóbal no necesita más anuncios. Necesita resultados.
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